Sin ‘parole’ y sin trabajo de la noche a la mañana: “No sé cómo voy a sobrevivir”
Después de que el Gobierno de Donald Trump cancelara la residencia temporal humanitaria de alrededor de medio millón de migrantes cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, sus permisos laborales también han sido revocados sin previo aviso

En la mañana de este lunes Paola recibió la noticia de que la habían despedido del trabajo. Llevaba dos meses en ese puesto en una procesadora de carne en el pueblo texano donde vive. Comenzó ahí porque le ofrecieron un mejor salario que en su empleo anterior, en un restaurante. Ya había aprendido todo. Empacaba rápido y eficazmente. No es que fuera su sueño trabajar ahí, pero no le iba mal. Con ese salario sobrevivían ella y sus dos hijos, que entraron a Estados Unidos con parole humanitario hace diez meses.
“Me levanté temprano para prepararme, pero la niña empezó a vomitar. Llamé para explicar que iba más tarde. Fui con la niña al médico y luego la dejé en la escuela”, cuenta Paola, una cubana de 37 años que prefiere no dar su nombre real. Un par de horas después recibió una llamada telefónica en la cual le pidieron que no asistiera a su turno, pues su permiso de trabajo había expirado. “Fue una noticia terrible. Yo estaba sufriendo porque iba a perder unas horas, y perdí el trabajo completo”.
Este lunes, centros laborales de todo el país recibieron notificaciones del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS), las cuales informaban sobre los cambios en el estatus de los beneficiados con el parole humanitario, un programa implementado por la administración Biden para personas procedentes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela. Según el documento, las autorizaciones de empleo emitidas bajo este programa vencerán el próximo 24 de abril, al igual que el resto de sus beneficios. Sin embargo, muchos de los permisos ya aparecen como revocados. Paola lo sabe porque se lo explicaron cuando lo presentó en su cita con el Departamento de Seguridad Pública para completar el trámite de su licencia de conducción, lo cual no pudo hacer por ese motivo. “Me preguntaron que si tenía un permiso más nuevo, y como no tengo, no me dejaron sacar la licencia, porque ese permiso es mi identificación”, señala.
“Aquí estoy pensando cómo sacar adelante a mi familia. Se me ocurre hacer dulces o comida para vender a domicilio. Hacer alguna artesanía, no sé”, afirma Paola. También le preocupa que el 23 de mayo comienzan las vacaciones escolares de sus niños. “Van a estar más tiempo en la casa, no van a tener la comida de la escuela, se me incrementan los gastos en ese sentido. Tengo que hacer algo. Además, mi madre y mi abuela en Cuba dependen de mí para poder vivir”.

“Lo que más impotencia me da es que nosotros siempre tratamos de hacer las cosas bien. Yo dije, ‘Si no es de forma legal no salgo con mis hijos del país’. Y vinimos legal. Hicimos todo bien, no nos merecemos estar ahora en esta situación”, agrega. Sobre la opción de regresar a su país natal, asegura que va a terminar presa cuando diga que sus “hijos no tienen comida ni corriente eléctrica para hacer sus tareas, o no tienen un par de zapatos ni una ropa, porque así se está viviendo allá. “Por muy mal que yo esté aquí ahora mismo, por muy difícil que esté la situación, para nosotros no es una opción regresar”.
Elizabeth, otra cubana de 25 años que pidió ocultar su identidad, también se vio obligada a regresar a casa este lunes mientras manejaba hacia la fábrica donde solía trabajar. “Yo entraba a las dos de la tarde. Me llamaron a la 13.50 del departamento de Recursos Humanos para decirme que les llegó mi carta de revocación del permiso de trabajo y que ya no puedo continuar ahí”, señala. Elizabeth llegó a Estados Unidos en junio pasado, después de que su padre la reclamara mediante el parole. Desde entonces ha tenido varios empleos y se ha dedicado a ahorrar lo más posible con la idea de reunirse con su madre, que vive en la isla.
Según cuenta, la semana pasada recibió una carta de USCIS invitándola “cortésmente a abandonar el país en abril”. “Yo no voy a irme para ningún lado, pero pensaba seguir trabajando al menos unos días más”, asegura. También dice que, el lunes en la mañana, después de ver en las redes sociales que habían comenzado a cancelar los permisos a personas en su misma situación, llamó a su centro laboral para preguntar si asistía o no. “Dijeron que no han recibido ninguna carta y que podía continuar trabajando, y cuando estaba en camino me hicieron volver”.
Al año y un día de haber entrado a Estados Unidos, Elizabeth y Paola podrán aplicar a la residencia y a un permiso de trabajo mediante la Ley de Ajuste Cubano. Sin embargo, esos documentos pueden demorar meses, y ambas no saben cómo subsistir durante ese tiempo. “Evidentemente, tengo miedo, me encuentro en una circunstancia en la que no sé qué hacer”, asegura Elizabeth. “No sé cómo voy a comer, no sé cómo voy a pagar la renta. Realmente no sé cómo voy a sobrevivir. Por ahora estoy pensando en hacer Uber Eats con la cuenta de mi novio. Y bueno, tratar de salir adelante con eso, en lo que encuentro algo mejor”.
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